Soy esos otros,la médula y la sangre,ese otro aire que el viento no mueve,lo que sucede ulterior a la agonía,los diez pies de la materia,el invierno épicoen las noches de la literatura.
Esos,los propios y otros,unidos a los mismos misterios,a los íntimos donesque confunden a las criaturas.
Soy las rayas del tigre,el instante del sueño o la vigilia,la metáfora que se agrega a la historia,antigua estirpede testaruda tierra.
Todoo casi todo alimenta mis patios,el linaje caudaloso de mi estampaque sueña a ser quijotesobre su caballo consumido.
Soy la confusión en los efectosy las causas,la constancia de Parispor poseer a Helena de Esparta,la mirada en el asombro,el antiguo sentir del tiempoque no se entrega al silencioso,abandonola implacable espada que retumbaen la medida del alba.
Soy la voz del ave en la cumbre,la música perene detrás del mito,detrás de la máscaraleve del alientoaltivo o dominante.
Me veo aquíentre otras latitudes,descifrando el enigma mágicofrente a los desfiladerospero no caigo en la batallacomo otros caen sobre el mármol.
Me alimento de los dones de la incuria,de la naturaleza indolentecomo alborada de mi sombramientras mi palabra callala serenidad del símboloen las cosas quietascon el rostro condenadoante los otros.
Justifico mi ceguera involuntariaen la fanática epopeya del sueño.
No en mí,eterna horaal descubrimiento.
Soy yo la quimérica celada,la retórica y la magia,el horror del sueño en sus endosas soledades.
La mujer que fui antes no tiene anverso,ulterior a los maresprofanó su forma luminosaen paredes blancas.
Siempre soy esos otros,los desiertosque se advierten,apresuran o aprietan,la verdadera,la primera hojadisciplinaday poderosa,la precisión del paso cuando apresurael largo dictamen del viajero,la costumbre cometiendo el acto irrevocableen agua suelta,la espada tenaz que corta y sangra,la desoyes,los nombres del destierroque aún no se han dichoporque traza la luz el airemientras Penélope espera,espera concibiendo la aurora junto a mí,la promesa de un patio interminable,teje ella y tejo yo mis causas,la seguridad de mi llanuraque me hace voz entre caminos,entre alambresy casas,aguardamos la noche,la luz blanca en rebeldíamientras Odiseo desgarra nuestro patio,desbarata la fracción de tiempoen que esperamos.
Cada alborada es un puerto,cada atardecer es un misterio,una constelación de imprecisionesque ve pasar el primer rio,el primer rio y su cauce que nunca vuelve.Heráclito descifra el encanto luminosodonde el tiempo persiste,persistimos nosotroscomo un asombro de avesen la misma lucha cotidianapara fraguar el sueño,el mismo sueño endurecido de la sangrepor la confusión o el miedotras la montaña geográficaque no da sombra.
Absolutoria o temeraria,por atrevimientoo azar en concepciones,soy hoytoda la tierra,todo el porvenir,la fortunay el sueño final de la batalla.
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