Geoffrey Smith
Investing.com - Saudi Aramco (SE:2222), la compañía más valiosa del mundo, ha tenido un comienzo arrollador en su debut del miércoles, subiendo un 10% en cuestión de minutos tras la apertura, la máxima subida permitida en la bolsa Tadawul de Riad.
Suspendida en 35,20 riales por acción, la compañía alcanzó una valoración de mercado de 1.880 millones de dólares, más del 30% más que Microsoft (NASDAQ:MSFT) y Apple (NASDAQ:AAPL) y a menos de un 6% de los mágicos 2.000 millones de dólares ansiados por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, el gobernante de facto del reino.
Sin embargo, la noticia no es ninguna sorpresa, ya que la salida a bolsa se orquestó de una forma muy ajustada, y es poco probable que los inversores institucionales occidentales se arrepientan de haberse plantado a un precio de 2.000 millones de dólares. Los inversores minoristas fuera del reino tampoco deben estar demasiado molestos por habérseles negado a efectos prácticos la oportunidad.
El hecho es que un acuerdo que inicialmente tenía como objetivo traer capital externo para mejorar la gobernanza de Aramco y financiar la diversificación del reino para reducir su dependencia del petróleo ha mutado en uno en el que Arabia Saudí ha movido dinero de un bolsillo a otro, mientras que las instituciones e individuos de toda la región que ya tienen una alta exposición directa o indirecta al petróleo han encontrado otra manera de conseguir una mayor exposición a él.
Según los propios documentos de la compañía, las instituciones gubernamentales saudís han acaparado el 13,2% de la oferta total —unos 2.000 millones de dólares—, mientras que los fondos de riqueza soberana de Abu Dabi y Kuwait han desembolsado hasta 5.000 millones de dólares más, ansiosos por evitar un desastre de relaciones públicas para los mercados de la región, y convencidos de que están haciendo a los vendedores un favor político que se puede pedir en un día concreto. Esto no es privatización en el sentido clásico de la palabra.
La demanda minorista, también concentrada en Arabia Saudí, ha sido respaldada por ofertas de préstamos a precios reducidos de bancos locales. Las inversiones minoristas financiadas con deuda no se consideran, en ningún otro mercado, la señal más fuerte de apoyo fundamental para el precio de las acciones de una empresa, y tampoco deberían serlo en este caso.
Todas las OPV implican un poco de humo y espejos durante el proceso de una empresa hacia la una evaluación de su valor por parte del mercado, más que un puñado de personas clave. Eso no es sólo cierto antes de la salida a bolsa, sino también justo después, donde se espera que las entidades aseguradoras mantengan la volatilidad dentro de límites razonables.
Sin embargo, esta "suavización del mercado" involucrada con Aramco (SE:2222) es harina de otro costal, incluida la presión del Gobierno sobre los fondos de inversión estatales para impulsar el precio, de acuerdo con los informes del Financial Times de esta semana. El diario ha proporcionado algunas citas seleccionadas de fuentes cercanas al acuerdo que por razones obvias han solicitado permanecer en el anonimato:
"La atención se centra ahora en cómo llegar a 2 billones de dólares" y "se les ha dicho que no gasten pólvora en salvas y reserven para comprar en el mercado secundario". (Según “fuentes familiarizadas sobre el asunto”)
"Se les ha dicho que es su deber, y todo el mundo entiende lo que eso significa". (Según un asesor de familias adineradas locales)
"Éste es otro Ritz, a través de diferentes medios." (otro banquero que trabajaba en el acuerdo, en referencia a cómo “MbS” detuvo a varios sauditas ricos durante largas estancias en el Riyadh Ritz-Carlton bajo sospecha de corrupción, mientras se consolidaba en el poder).
Todo lo anterior necesita inversores que no estén ciegos ante la realidad de que Saudi Aramco (SE:2222) es ahora la vaca lechera de efectivo más enorme del universo corporativo de la cotización en bolsa: una empresa que produce una mercancía esencial para la economía mundial en cantidades de en torno a 10 dólares por barril y lo vende por alrededor de 60 dólares. Una empresa que obtuvo un beneficio de 68.000 millones de dólares en los primeros nueve meses del año, a pesar de la caída de los precios del crudo, el deterioro de las previsiones económicas y los violentos ataques contra su infraestructura física. Una empresa que es, claramente, de increíble valor.
Sin embargo, cuando la formación de precios está influida en gran medida por las preocupaciones políticas y el objetivo de valoración arbitraria de un autócrata, sólo puede validar el descuento de gobernanza en que los inversores occidentales insistían desde el principio.