Por Andrea Shalal y Gabriel Crossley
WASHINGTON/PEKÍN, 22 oct (Reuters) - Estados Unidos y China han hecho frente a la propagación de la devastadora pandemia de coronavirus de maneras muy diferentes, y esa disparidad está reconfigurando la batalla global entre las dos principales economías del mundo.
Unos 11 meses después del surgimiento del nuevo coronavirus en Wuhan, las cifras oficiales del PIB de esta semana muestran no sólo que la economía china está creciendo, con un aumento del 4,9% en el tercer trimestre en comparación con el año anterior, sino también que los ciudadanos chinos están lo suficientemente seguros de que el virus ha sido vencido como para ir de compras, cenar y gastar con entusiasmo.
El total de muertes registradas en China es inferior a 5.000 y las nuevas infecciones son insignificantes. Esto se debe a los severos confinamientos, los millones de test realizados y el estricto rastreo de contagios. Estas medidas, y el buen resultado que han dado, han allanado el camino para un rebote económico.
"El éxito de China en la contención del virus ha permitido que su economía se recupere más rápidamente y con un apoyo político relativamente menor, en comparación con otras grandes economías", explica Stephanie Segal, exempleada del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y miembro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Estados Unidos.
En Estados Unidos, 221.000 personas han muerto por COVID-19 tras la lenta respuesta gubernamental, las batallas partidistas sobre el uso de mascarillas y la idoneidad de los confinamientos y de la celebración de numerosos eventos públicos en los que no se respetaron las directrices de salud pública. El país está sufriendo en la actualidad una nueva ola de infecciones.
Los locales de ocio, restaurantes y zonas turísticas de Estados Unidos están cerrados o parcialmente abiertos, millones de personas están desempleadas indefinidamente y se espera que el PIB se reduzca este trimestre, con el país enfrentándose a una brecha en la producción económica que podría durar años.
"Obviamente el Gobierno de EEUU ha empeorado la situación", apunta Harry Broadman, exempleado del Departamento de Comercio de EEUU y director del Grupo de Investigación de Berkeley (LON:BKGH). El autoritarismo del Partido Comunista de China ayudó a Pekín a llevar a cabo el rastreo de contagios y a hacer cumplir los confinamientos, argumenta Broadman. Otras países con sistemas democráticos, incluyendo Nueva Zelanda y Corea del Sur, lograron erradicar el virus con el mismo éxito que China.
La verdadera diferencia entre Estados Unidos y China es que Washington "se ha enredado en discusiones sobre estímulos en el Capitolio y (las ayudas económicas) todavía son demasiado pocas y llegan demasiado tarde", agrega Broadman, que ha servido bajo presidentes tanto republicanos como demócratas. "Eso ha creado más y más incertidumbre a las empresas".
El presidente, Donald Trump, ha culpado a China de la propagación del virus, afirmando que su Administración ha hecho todo lo posible para contenerlo.
El portavoz de la Casa Blanca, Brian Morgenstern, dijo el miércoles que China no informa con precisión de nada, "por no hablar de los datos relativos a las infecciones por coronavirus y el crecimiento económico".
Morgenstern aseguró que Trump está reconstruyendo una economía fuerte e inclusiva que incluye la llegada de nuevos tratamientos y vacunas en lo que el portavoz calificó de tiempo récord.
El miércoles, la Reserva Federal de EEUU publicó datos que mostraban una recuperación entre leve y moderada de la economía, aunque el panorama variaba mucho de un sector a otro.
RIVALIDAD POLÍTICA
Los expertos, en cualquier caso, están preocupados por las perspectivas económicas de China a largo plazo. Esto incluye los altos niveles de endeudamiento de sus empresas estatales.
"La confianza en el crecimiento basado por la inversión e impulsado por la expansión del crédito, aumenta aún más el apalancamiento y los riesgos en un sistema financiero ya débil, y reducirá aún más la eficiencia y la tasa de crecimiento sostenible", explica Mark Sobel, exempleado del Departamento del Tesoro de EEUU.
En el presente inmediato, las diferentes respuestas que las dos potencias económicas han dado a las crisis tendrán un profundo impacto en la feroz rivalidad política y económica que existe entre Pekín y Washington, con repercusiones en todo el mundo, según los especialistas.
"La economía de China en 2021 será un 10% mayor que en 2019, y todas las demás economías importantes serán menores", apunta Nicholas Lardy, economista del Instituto Peterson de Economía Internacional.
Eso significa que el "papel de China en la economía mundial va a seguir expandiéndose", predice Lardy, haciendo más difícil cualquier intento de los responsables políticos de EEUU de desalentar a otros países de cerrar acuerdos con Pekín o, en otras palabras, de "desacoplar" a China de la economía mundial.
Las exportaciones de China han sido más fuertes de lo esperado, reforzadas por la demanda de productos médicos en el extranjero. Mientras que el FMI prevé que el volumen del comercio mundial se reducirá en un 10,4% en 2020, la participación general de China en ese sector ha aumentado.
Pekín también está experimentando otros beneficios. "Vemos signos del éxito de China en el rendimiento del tipo de cambio y del mercado de valores en un momento en el que muchas otras economías están bajo presión", abunda Segal.
El déficit fiscal de China para 2020 se expandirá en 5,6 puntos porcentuales hasta alcanzar el 11,9% del PIB, según muestra el Monitor Fiscal del FMI.
Por el contrario, Estados Unidos sufrirá un aumento de 12 puntos porcentuales en su déficit fiscal en 2020, hasta el 19% del PIB.
MEJORA DEL CONSUMO CON MATICES
Si bien el consumo de China está mejorando, las ventas al por menor siguieron bajando un 7,2% en los tres primeros trimestres de 2020, y los ingresos disponibles de los residentes urbanos han bajado un 0,3% en el mismo período. Los estrictos confinamientos a principios de año llevaron a meses de pérdida de salarios para muchos trabajadores.
En Pekín, los miembros del Gobierno destacan su labor durante la crisis.
"El control y la prevención de la epidemia en China está a la vanguardia del mundo, y las empresas chinas están apoyando la reactivación global del trabajo y la producción a través de su propia vuelta a la actividad", explica Liu Aihua, portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas china.
Mientras tanto, Estados Unidos todavía carece de un sistema eficaz de rastreo de contactos, o de suficientes pruebas, tercia Lardy. Estas son cosas que Estados Unidos podría haber "hecho mucho mejor sin ser un estado autoritario de partido único", concluye.
(Información de Andrea Shalal en Washington y Gabriel Crossley en Pekín; información adicional de Heather Timmons Washington; editado por Howard Goller; traducción de Jorge Martínez)