Pobreza y desigualdad, son dos temas que han estado correlacionados el uno con el otro. Al momento de hablar de pobreza, instantáneamente y en contraposición, se voltea a ver hacia la riqueza, así como al momento en el que se toca el tema de la desigualdad, se viene a la mente la imagen del ejecutivo de Wall Street contra la de algún grupo históricamente desfavorecido.
Lo que no se ha llegado a acordar es que cual genera a la otra. La visión predominante ha sido la de que el crecimiento genera desigualdad, mas no precisamente pobreza, y que el costo de tratar de reducir la desigualdad es un menor crecimiento económico. Una de estas voces es Jeffrey Dorfman, profesor de la Universidad de Georgia, quien no ve la desigualdad como un problema, siempre y cuando se combata la pobreza. Por el otro lado se encuentran las, cada vez más frecuentes, voces llamando por acciones que permitan una mejor distribución del ingreso, para así generar un nuevo estado de bienestar.
Recientemente, en el segundo foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo sostenible, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, habló de este punto. Apuntar los esfuerzos hacia la lucha de la desigualdad para combatir al mismo tiempo con la pobreza, puesto que esta es consecuencia de la primera y no viceversa; “Luchar contra los privilegios y la desigualdad significa, finalmente, luchar contra la riqueza, el abuso de riqueza, y no contra la pobreza”.
Bajo el mismo punto, la misma CEPAL así como organizaciones civiles como OXFAM, han dado ciertas recomendaciones con el único fin de tratar de combatir este punto, las cuales parecen contradecir las posturas ejercidas por el controvertido presidente Donald Trump.
Mientras que organizaciones internacionales proponen medidas como una mayor recaudación fiscal por medio de impuesto a herencias, o a los rendimientos de renta fija y variable, para abordar el problema de la disparidad, el mandatario norteamericano ha decidido por la mayor reducción impositiva desde la era, del también republicano, Ronald Reagan.
Si bien la economía estadounidense está en un repunte importante, con un auge en los mercados sin precedentes, con capitalizaciones históricas como las Apple (NASDAQ:AAPL) y Amazon (NASDAQ:AMZN), un nivel de desempleo y número de vacantes en su nivel más bajo en medio siglo, así como un crecimiento real de PIB a la alza en un 4.2 harían creer que estas medidas son por más convenientes. La cuestión es, ¿A dónde está parando todo este dinero? A pesar de los resultados económicos que están resultando en la administración Trump, aún hay un tema pendiente, que ha sido debatido por grandes economistas como el ex secretario del trabajo Robert Reich, son los salarios, pues a pesar de los importantes avances ya mencionados, los salarios de los norteamericanos se encuentran rezagados, lo que hace indicar que todas estas ganancias están parando al mismo lugar donde llegaron durante la administración Reagan, al decil más alto. Como se menciona en el análisis de la CEPAL “La ineficacia de la desigualdad”; el 1% más rico del mundo se apropió del 50% del crecimiento generado entre 1980 y 2016, mientras que el 50% solamente se quedó con el 12%.
Por parte de México, y con la incertidumbre que genera un cambio de poder, se están componiendo buenas expectativas en materia de combate a la desigualdad, ya que el presidente electo, si bien genera cierta inseguridad en cuanto a la dirección que su mandato tomará, ha dado ciertos mensajes positivos en tema de combate a la desigualdad, los cuales van en línea con las medidas propuestas por CEPAL y Oxfam.
Sin embargo, lo que ha dejado un poco a desear, son las medidas como la permanencia en los estímulos en las gasolinas, pues si bien se hacen para no afectar el bolsillo de los mexicanos, queda claro que es un impuesto regresivo y que las naciones desarrolladas son aquellas que utilizan el transporte público, y esta medida genera lo contrario. Mismo caso para la decisión de reducir el IVA y el ISR pues, como se ha demostrado, y como lo mencionan los economistas Besley y Persson, los países que cuentan con mejores indicadores de respeto a los contratos privados son los que aplican los impuestos más altos, así como los países que muestra un coeficiente de Gini (coeficiente que indica los niveles de desigualdad por país), notablemente menor.
El punto positivo es que se está poniendo cada vez mayor atención al tema de la desigualdad, sobre todo como punto principal para combatir la pobreza en el mundo, sin embargo es necesario empezar a ponerlo como punto prioritario y no solamente como una estadística consecuente ante las políticas establecidas en cada país, ya que como lo menciona Alfred Cobban o la Cepal recientemente “La pobreza es ineficiente”.