Brecha entre precio gasolina e inflación vuelve a estrecharse

Infosel

Publicado 19.05.2022 14:27

Actualizado 19.05.2022 15:48

por Eduardo García

Infosel, mayo. 19.- El diferencial entre los aumentos de los precios al consumidor y los de las gasolinas volvió a estrecharse en abril por quinto mes consecutivo, un hecho que refleja las dificultades que está enfrentando el actual gobierno de México para mantener su promesa de que los combustibles no suban a un ritmo superior a la de la inflación.

El mes pasado, la gasolina regular, o de bajo octanaje y que es la que más se consume en México por su menor precio, subió 1.36% en promedio, mientras que la de alto octanaje, o Premium, lo hizo en 1.22%.

Ambos incrementos fueron superiores al alza que registró la inflación en el cuarto mes del año de 0.54%, de acuerdo con datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, o Inegi, la entidad encargada de recopilar algunas de las principales cifras económicas y sociales del país

Así, la gasolina regular, o Magna, registra ya un crecimiento de 6.2% en lo que va de este año, mientras que la Premium lleva un alza de 4.9% --ambas cifras superiores a la inflación acumulada en 2022 de 2.98%.

Sin embargo, en términos anuales el crecimiento de la gasolina regular fue de 6.46% en abril y de 7.54% para la Premium, dos alzas inferiores a la inflación anual de abril de 7.68%.

En lo que va del gobierno del presidente López Obrador, la gasolina regular registra ya un aumento acumulado de 11.06% y la Premium de 13.08%, ambas aún por debajo de la inflación registrada de diciembre de 2018 a abril de 2022 de 17.27%, de acuerdo con Inegi.

Con estos resultados, el mandatario puede aun asegurar a los mexicanos que ha cumplido con su promesa de que los incrementos de esos dos combustibles no superen la inflación, como hizo al ganar la elección presidencial del 1 de julio de 2018.

Claro que el diferencial de esos incrementos se ha venido estrechando desde noviembre de 2021, lo que representa una mayor complejidad para poder mantener la promesa presidencial en materia de combustibles. En abril, el diferencial entre el alza de precios de la gasolina regular y la inflación fue de 4.19 puntos porcentuales, o la menor diferencia desde julio de 2021 cuando fue de 3.74 puntos.

En el caso de la gasolina Premium, el diferencial en abril fue de 6.21 puntos porcentuales, también el menor desde julio del año pasado cuando se ubicó en 5.88 puntos.

Para hacer que los precios de las gasolinas no suban más allá de la inflación acumulada, el gobierno ha tenido que tomar dos medidas. Primero, ha renunciado a cobrar el Impuesto Especial sobre Producción y Bienes (IEPS) que aplica a las gasolinas y otros productos en México. En segundo lugar, ha tenido también que subsidiar de forma directa los precios de esos dos combustibles, para que a las estaciones de servicio les cueste menos su compra y no tengan que, por tanto, subir en un mayor porcentaje los precios de esos dos tipos de gasolinas.

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Ambas medidas tienen repercusiones negativas en las finanzas gubernamentales, ya que, por un lado, las arcas federales dejan de recibir recursos fiscales que de otra manera obtendrían por el cobro del IEPS y, por otro, tienen que desembolsar fondos que podrían ser destinados a otras actividades gubernamentales, como inversiones en infraestructura educativa o de salud.

De ahí que algunos economistas vean equivocada la decisión de López Obrador de controlar de forma indirecta los precios de las gasolinas para que no suban por arriba de la inflación ya que quienes más se benefician de esas medias, no son los que menos tienen, sino las clases medias y altas, dueñas en su mayoría de vehículos de combustión interna.

López Obrador argumenta, sin embargo, que, si las gasolinas suben más, las personas con menos recursos lo resentirían porque esos incrementos se traducirían en mayores costos para el transporte y la distribución de bienes y, por lo tanto, en una mayor inflación.

Si bien es esto cierto, algunos economistas contrargumentan que no toda el alza de las gasolinas se traduciría en incrementos al transporte, y en consecuencia a cientos de miles de productos. Las alzas, indican, serían menores y podrían compensarse a través de mayores subsidios al transporte público, que sí beneficiarían a quienes menos tienen, o a través de subsidios al diésel, que es el combustible que más usan las empresas transportistas para mover mercancías en trayectos largos.

De ahí que para algunos, si bien la promesa de López Obrador de no subir los combustibles tiene un racional político y quizás electoral, no lo amerita desde un punto de vista económico, social y de justicia redistributiva.