Reunión de Banxico: Trump y el TLCAN complican (más) la vida a Díaz de León

 | 14.05.2018 08:36

A Banco de México (Banxico) se le cruza otra reunión complicada. Será este jueves 17 de mayo. Y es complicada por cinco motivos: uno, porque ese día, según el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Paul Ryan, el gobierno estadounidense tendrá que notificar al Congreso si tiene intención de firmar un nuevo Tratado de Libre Comercio (TLCAN) o no, es decir, si al menos hay un “acuerdo en principio; dos, porque las expectativas de nuevos apretones monetarios por parte de la Fed ha recortado el diferencial de tasas entre México y Estados Unidos, lo que provocado una rápida depreciación del peso mexicano (y de todas las divisas emergentes en general) desde mediados de abril; tres, porque la caída del peso puede obstaculizar la tendencia de convergencia de la inflación hacia la meta de Banxico; cuatro, porque a la depreciación del peso mexicano hay que sumar, como fuente de presiones inflacionarias, el aumento de los precios del petróleo y su consiguiente impacto al alza en las gasolinas, más tras la salida de Estados Unidos del pacto nuclear con Irán; y quinto, porque entramos en la recta final de la carrera presidencial y lo ideal sería, siempre que las circunstancias lo permitan, que Banxico pudiera mantenerse al margen de la contienda.

Pero de entre todos esos factores, el que ha surgido de manera inesperada y ha generado mucha confusión es la de la fecha límite del TLCAN para este jueves, el mismo día de la reunión de Banxico. El anuncio de Paul Ryan fue una verdadera sorpresa. Hasta ahora no se había establecido una fecha límite. Se sabía que, para firmar un nuevo TLCAN este año, el gobierno debía notificar al Congreso su intención de votar un nuevo tratado con una antelación de 90 días, y la Oficina del Representante de Comercio (USTR por sus siglas en inglés) debía enviar el texto definitivo al Congreso 60 días antes de ser sometido a votación con el fin de evaluarlo. Con ese calendario, se pensaba que existía margen para la notificación del “acuerdo en principio” hasta finales de mayo o incluso principios de junio.

Pero la fecha límite del TLCAN para este jueves (en caso de que sea cierto que es definitiva, como asegura Paul Ryan) pone a la Junta de Gobierno de Banxico en un brete. Su decisión sobre las tasas se anunciará a las 13:00 hora de México. Pero quizás para esa hora Banxico aún no sepa qué decisión va a tomar la administración de Donald Trump respecto al TLCAN. Quizás a esa hora, los tres grandes negociadores del acuerdo, Robert Lighthizer, Ildefonso Guajardo y Chrystia Freeland, estén discutiendo contrarreloj un acuerdo “in extremis”. Y esa decisión será crucial para México y la política monetaria.

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El tema fundamental sigue siendo el automotriz: la última propuesta sobre la que se tiene detalles es que para que un vehículo esté libre de impuestos, el 75% de su contenido debe haber sido fabricado en Norteamérica frente a un porcentaje de 62.5% en la actualidad, y que el 70% de su acero sea norteamericano. Pero además, el 40% de los vehículos de pasajeros y el 45% de los vehículos pesados debe haberse fabricado con trabajadores que ganan al menos 16 dólares la hora, muy por encima del promedio mexicano, lo que significaría que las plantas mexicanas tendrían que recortar sus niveles de producción. Estados Unidos quiere que el período de transición para cumplir con estas reglas sea de cuatro años para el caso de los vehículos de pasajeros y de sólo dos años para los pesados. México se opone a esas condiciones: propone que el contenido norteamericano sea del 70%, rechaza la cifra de 16 dólares la hora y solicita un período de transición de diez años para que las nuevas reglas entren en vigor. Canadá tampoco parece muy convencido: cree que no se han estudiado con detenimiento los impactos de las nuevas reglas y pide también un período más largo de transición.

Por tanto, cerrar el capítulo automotriz de aquí al jueves y lograr un “acuerdo en principio” parece complicado. Si llegan a una decisión antes del jueves, sea la que sea, Banxico contará con más elementos para la toma de su decisión. Pero como decimos, el jueves quizás sigan aún los negociadores sentados alrededor de una mesa. Y aquí hay tres posibles soluciones en esencia.

La primera es que al final la Casa Blanca anuncie un “acuerdo en principio” y notifique al Congreso su intención de firmar un nuevo TLCAN antes de que acabe el año. En ese caso, el peso mexicano podría tener un “rally de alivio”: eso significará que hay consenso sobre el sector automotriz, y que trabajarán para cerrar un nuevo TLCAN en el próximo mes para tener un texto definitivo, con los 30 capítulos cerrados, hacia el 19 de junio. Después lo firmaría el presidente Trump y lo enviaría al Congreso para que lo pueda votar antes de que acabe el año. Ahora bien, esa estrategia es arriesgada. Un “acuerdo en principio” no es más que un TLCAN preliminar e incompleto, e implica renunciar al actual TLCAN. En caso de que no se cerrara el acuerdo definitivo del TLCAN a tiempo, ¿qué sucedería? ¿Se produciría un caos legislativo y económico? La apuesta es peligrosa, pero es la que le gustaría a Trump de cara a las elecciones de noviembre, y presionará con todo a México y Canadá para lograrlo.

La segunda solución es desistir de firmar este año y esperar al nuevo presidente de México y a la nueva configuración del Congreso tras las elecciones legislativas de noviembre de Estados Unidos. Eso significaría poner las negociaciones en pausa e ingresar en un período de hibernación. Aquí surgiría otra duda: bajo esas condiciones, ¿qué sucedería con los aranceles de 25% sobre el acero y el aluminio que, según esto, entrarían en vigor el primero de junio en caso de no haber acuerdo? Ése ha sido uno de los elementos que ha utilizado la administración de Trump para obtener un acuerdo cuanto antes, y que sea a su favor. ¿Cumplirá Trump con su amenaza en caso de que no se logre un “acuerdo en principio” y se decanten por esta solución? Lo dudamos, porque electoralmente tampoco le conviene. De modo que lo más probable es que tenga que anunciar una nueva prórroga en la exención de aranceles sobre el acero y el aluminio. Bajo este escenario, el peso mexicano podría debilitarse: el TLCAN no está muerto, pero se tendrá que negociar, según las actuales encuestas, con López Obrador, quien podría ser un negociador más duro, y con un nuevo Congreso en Estados Unidos que podría contar con mayoría demócrata en la Cámara de Representantes.

La tercera solución es que Trump realmente considere que negociar el TLCAN es una pérdida de tiempo y que lo mejor es romperlo y buscar acuerdos bilaterales con México y Canadá. Sin embargo, esa solución es muy improbable: al contrario que la salida del pacto nuclear con Irán, que le funcionó muy bien con su base electoral al demostrarles que cumplía con sus promesas, aquí los costos económicos serían demasiado altos. El peso, en este caso podría hacerse pedazos, pero ese escenario es el más improbable.

El más viable es, a nuestro juicio, el escenario dos: no se logra un “acuerdo en principio” y las negociaciones entran en pausa. Si esa decisión, o cualquier otra, se conocerá antes de la decisión de Banxico o después no lo sabemos. Pero posiblemente Díaz de León tenga que estar, en esta Junta de Gobierno, más pendiente de Washington que de otra cosa. Eso sí, en un principio, con la inflación claramente a la baja y a la espera de la Fed de junio, Banxico debería dejar las tasas sin cambios en 7.5%.

INFOGRAFÍA

A Banxico le llega otra reunión de política monetaria complicada. Hasta ahora, la tarea de Díaz de León ha sido exitosa y se ve en el comportamiento de la inflación. La tasa anual de la inflación general se redujo de 5.04% en marzo a 4.55% en abril, y la subyacente descendió de 4.02% a 3.71%. Con esas cifras, la inflación se ubica en sus niveles más bajos desde diciembre de 2016, antes del anuncio del “gasolinazo”….