Navegar entre la niebla

 | 30.01.2017 06:12

Aunque el tono del mercado de valores estadounidense ha sido positivo en lo que va del 2017, reflejado por el hecho de que tanto el Dow Jones, como el S&P 500 y el Nasdaq han tocado nuevos máximos históricos, existe una creciente percepción de que en cualquier momento comenzará un ciclo de alta volatilidad en los mercados financieros que puede ser disparado por el evento menos esperado.

Vale la pena destacar que en el último mes el rendimiento a vencimiento del treasury a 10 años se ha movido en una banda que oscila entre 2,35% y 2,50%, y comportamientos similares han seguido los papeles soberanos europeos al mismo plazo. No deja de ser sorpresa ver el papel alemán a 10 años rentando 0,45%, cuando hace menos de un año ofrecía retornos ligeramente negativos.

Sin embargo, cada vez que el mercado percibe una pequeña nube en el horizonte, los retornos de los papeles soberanos se acercan a los límites inferiores de la banda mencionada en el párrafo anterior, dando la señal de que vivimos una especie de optimismo forzado que se desarrolla en un ambiente donde las acciones de las grandes corporaciones lucen caras, y los instrumentos de renta fija presentan una relación riesgo retorno poco satisfactoria.

Hasta ahora los precios de los mercados a futuro de las tasas de interés sugieren que la Reserva Federal debería subir el costo de los fondos federales tres veces en lo que resta del año. No obstante, no sería de extrañar que tales subidas se queden en el tintero, si los planes de empuje de la economía prometidos por el Presidente Trump no se concretan a la velocidad esperada.

El 2017 está obligando a los responsables de las políticas públicas en el mundo desarrollado a pensar con más profundidad en las amenazas al desarrollo económico en el largo plazo, con foco particular en el tema del populismo. Si bien durante el 2016, fenómenos como el Brexit o el triunfo de Trump, se analizaron desde una perspectiva un tanto anecdótica, preguntándose por ejemplo por que las encuestadoras fueron incapaces de identificar estas tendencias, o pontificando sobre la miopía de los grupos electorales que todavia creen en cantos sirenas. A raíz del reciente foro de Davos, se ha comenzado a abrir una nueva línea de análisis. Dicho foro mostró muy claramente que ni las élites económicas ni las políticas que al mismo asistieron tienen idea de cómo enfrentarse a los movimientos antiglobalización, por lo que hay que empezar a pensar fuera de la caja.

En esta tarea de buscar nuevas perspectivas sobre el orden económico mundial surge una pregunta interesante: ¿Por qué en Japón los movimientos populistas no han tenido tanto éxito como en Europa o EE.UU? La respuesta a esta pregunta parece estar contenida en la manera en que la sociedad japonesa ha manejado su transición desde la crisis económica de finales de los ochenta del siglo pasado.

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Japón ha recibido las mayores críticas de los economistas occidentales por su lentitud para acometer las reformas económicas requeridas, ello por supuesto ha generado una baja tasa de crecimiento, y una enorme desesperanza dentro la población más joven, y ni hablar de la insostenibilidad del endeudamiento público. Sin embargo, hay un rasgo de “aparente solidaridad interinstitucional” acompañado de una enorme frugalidad de la fuerza laboral, lo que ha permitido repartir el costo del bajo crecimiento entre toda la sociedad, por lo que los niveles de deterioro de la riqueza per cápita han sido inferiores a los de sus homólogos del mundo desarrollado.

Tal vez el justo medio de la repartición de costos de los cambios del modelo económico que viven las sociedades occidentales, no sea ni la fría sobrevivencia del más apto que proponen los discursos de la derecha alemana, ni el tratar de cambiar con mínimas perturbaciones que proponen los japoneses. Hay un rasgo de gentileza que al modelo capitalista se le pide que incorpore entre sus prácticas.

Mientras no surjan maneras efectivas de combatir el populismo, seguiremos viendo esa expectativa de volatilidad latente a punto de desatarse tan propia de la era actual.

Esta semana, el Dow Jones, índice compuesto por las 30 compañías de mayor capitalización en el mercado de EE.UU., supera por primera vez en la historia el nivel de 20.000 puntos. La economía norteamericana ha mostrado señales de fortalecimiento, así como los buenos reportes de ganancias trimestrales dados a conocer recientemente.