Guerra comercial EU-China. Crónica de un Tsunami anunciado

 | 20.09.2018 13:36

El enemigo público número uno de China es el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Desde el 5 de agosto de este año, los medios de comunicación en el país asiático ya no dan cobertura a su cuenta de Twitter. Todo comenzó desde el viernes 6 de julio de este año, cuando la administración de Donald Trump impuso tarifas a las importaciones provenientes de China. Comenzó con 34,000 millones de dólares (mdd), luego subió a 50,000 mdd y el viernes pasado se filtró la noticia de que desde el jueves 13 de septiembre había ordenado el aumento efectivo a 200,000 mdd. Por lo demás, el mismo 5 de agosto Trump escribió en su cuenta de Twitter que la política arancelaria estaba funcionando de maravilla. China, por su parte, había impuesto al 3 de agosto tarifas equivalentes a 60,000 mdd.

Para entender este conflicto debemos primero enfocarnos en el déficit comercial de los Estados Unidos. Desde la campaña presidencial, Trump señaló que las tarifas sobre las importaciones chinas eran necesarias después de décadas en las que China jugó sucio al devaluar su moneda. Ahora, el mandatario estadounidense está plenamente convencido en que reducir el déficit comercial es una tarea vital. Y basta que arroje una sola cifra: el déficit comercial con China es el más grande de todos sus socios, ubicándose durante 2017 en 375,600 mdd, lo que representó un incremento del 8.6% con respecto al 2016. A China le compra el 21.6% de las importaciones totales.

No es ninguna novedad que la guerra comercial ha estado afectando a los mercados asiáticos y a sus divisas. El pasado jueves y viernes hubo una pequeña recuperación en las bolsas ante la noticia de que Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, invitó a rehacer el diálogo entre Washington y Beijing. Sin embargo, muy pronto se retiró de la mesa de negociaciones la posibilidad de una vuelta a la “normalidad” con el anuncio de la aplicación del incremento de aranceles. Actualmente el equipo económico de Trump está considerando cuáles pueden ser los nuevos productos afectados, un problema que empieza a inquietar a los altos funcionarios del gobierno: dentro de la administración, cada vez más miembros estiman que se están quedando sin opciones ante el riesgo de que, ante una nueva batería de aranceles, se termine causando una recesión entre las empresas y los consumidores estadounidenses. Por ahora vale la pena revisar cuál han sido el saldo de esta guerra comercial.

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Uno de los puntos en donde más se ha visto el efecto ha sido en las bolsas de los países asiáticos e, inclusive, en algunas de las empresas norteamericanas con fuertes vínculos comerciales con China, principalmente aquellas relacionados con tecnología. En las bolsas asiáticas las peores caídas acumuladas de junio a la fecha han sido para el TPEX 50 de Taiwán, con un derrumbe de 24%, o algunos referentes chinos como la bolsa de Shenzhen, con una caída del 22% o el Índice Compuesto de Shangai, con -13%. También con retrocesos de doble dígito están el FTSE de Singapur (-11%) o el Hang Seng de Hong Kong (-11%). Por su parte, el anuncio del viernes ya se dejó sentir en algunas empresas estadounidenses: por ejemplo, las acciones de Apple (NASDAQ:AAPL) registraron una caída en su cotización de -1.3%, a la espera de que se conociera la reacción de China. De manera similar, la cotización de las acciones de Wal Mart (NYSE:WMT) retrocedió un 0.7%.

Existe además un problema sustancial: la asimetría comercial entre ambos países. Estados Unidos compra mucho más a China que viceversa, por lo que tiene mucho mayor poder de maniobra. Y, además, vale decir que guerra comercial ha comenzado a surtir efecto en China: en el primer trimestre del 2018, China registró su primer déficit en cuenta corriente desde 2010, ubicándose en 34,100 mdd. Y para el segundo trimestre de este año apenas alcanzó un superávit de 5,800 mdd. Esta es una cifra muy reducida tomando en cuenta que el segundo trimestre del 2017 había alcanzado una cifra nueve veces mayor. Sin embargo, las cosas no han cambiado mucho para la cuenta corriente de Estados Unidos, que se ha deteriorado un 20% adicional, colocándola en 124,000 mdd para el primer trimestre del 2018. Y aquí China tiene un arma secreta que puede destrozar a Estados Unidos: quien financia el auge económico estadounidense es el gobierno de Beijing. Que dejara de comprar esa deuda o, peor aún, se deshiciera de ella, podría ser letal para Estados Unidos.

En el comportamiento de la cuenta corriente de China, hay que considerar otro elemento adicional: el yuan. La moneda china, a la par de las principales bolsas asiáticas, ha venido desplomándose desde el 6 de junio del presente año, sumando una depreciación de 7% hasta el viernes pasado. Es precisamente esta tendencia de depreciación la que, en opinión del gobierno chino, ha ayudado a recuperar el superávit en la cuenta corriente.

Las consecuencias para ambos países parecen ser muy diferentes y todo parece indicar que han golpeado más a China que a los Estados Unidos. El dólar se ha fortalecido y la economía norteamericana, con una expansión cercana al 3.0%, está experimentando el crecimiento del PIB más elevado desde el 2011. Existen, sin embargo, dos aspectos negativos para Trump. La primera es la reducción de las importaciones de acero y aluminio que ha forzado a la industria estadounidense a elevar su producción, por lo que la industria se encuentra al límite de su capacidad de producción (97%), lo que ha impulsado al alza el precio de estas materias primas. Esto se verá agravado ante la mayor demanda de acero por los importantes proyectos de infraestructura en varias ciudades de los Estados Unidos, como San Francisco, Seattle o Nueva York. La segunda se relaciona con la posición restrictiva de la política monetaria de la Reserva Federal que constantemente ha ido elevando la tasa de interés de referencia y que todo parece que la elevarán aún más este mes.

China, por su parte, ha experimentado una obvia desaceleración económica a raíz de esta disputa. Sin embargo, y para contrarrestar el impacto negativo de la política proteccionistas de Trump, está pisando el acelerador al coordinar una política fiscal y monetaria enfocada al crecimiento. En la parte fiscal está dotando a ciudades y regiones de todas las facilidades para impulsar importantes proyectos de infraestructura: nuevas líneas de tren, puentes o el desarrollo de algunas ciudades del interior. En la parte monetaria, el Banco Popular de China está haciendo esfuerzos por mantener las líneas de crédito y ha ordenado a las instituciones financieras a mantener bajos costos financieros y aumento en los montos de crédito. Sin embargo, hay tres problemas graves. El primero tiene que ver con que los inversionistas chinos confían cada vez menos en su sistema financiero; segundo, esta política ya ha generado una importante burbuja crediticia en China que cada vez resulta más problemática seguir inflando; y, tercero, la depreciación del yuan sólo viene a empeorar las cosas para el mercado de crédito.

Al parecer ambos países ya están experimentando problemas con la temperatura de la economía: calentamiento para uno y enfriamiento para el otro. Hay que recordar que cuando juntas calor y frío el resultado es un Tsunami y pareciera que el clima global lo está resintiendo.

Infografía

Las bolsas de los países asiáticos han ido en claro desplome prácticamente desde junio. Taiwán y Shenzhen son los dos índices que más han caído. La primera con un derrumbe de 24% y la segunda con un 22%. Todos los países vinculados con China están experimentando lo mismo. La excepción es Malasia que ha fortalecido su alianza con los EU…