Crisis Comercial: Los aliados históricos de EU dan la espalda a Trump

 | 04.06.2018 14:04

La Historia es el cuento de la gran cabalgata del Imperio. A donde va la carroza grande, la del Imperio, para allá quiere ir el resto: todos tratan de subirse a sus traseras para no perder el tren de la Historia, ganarse el favor del emperador y ser parte de los buenos. Pero llegó Donald Trump y, de pronto, todas las grandes naciones quieren bajarse del carro imperial, aunque sea en marcha. Ahí huele mucho a pólvora, a pólvora arancelaria: al principio era pirotecnia, balas de fogueo. Pero ya empezaron los tiros de verdad y hay codazos para bajarse de un salto.

Los balazos los da el propio emperador, y no contra sus enemigos, los de la carroza de enfrente, sino a sus propios acompañantes, los que van en el asiento de atrás. Los principios de libre comercio que promovió a partir de la II Guerra Mundial ahora los quiere destruir, y ha sembrado la discordia y la división. Violando las reglas, principios y valores internacionales, establecidas en la Organización Mundial de Comercio (OMC), y los propios Tratados firmados, pretende mudar los términos comerciales a su favor, ganar a como dé lugar, y aprovecha su colosal peso en el comercio internacional y la hegemonía del dólar para obtener todo aquello que desee. Y al que no ceda, lo extorsiona. ¿Cómo? Poniéndole una pistola en la cabeza con el tambor cargado de aranceles, como haría un gánster. Después del arancel sobre el acero y el aluminio, amenaza con poner otro sobre el sector automotriz bajo el mismo argumento: el de la “seguridad nacional”.

Así no se puede negociar, y sus socios empiezan a bajarse, como decimos, de su carromato. Ya lo dijo el francés, Bruno Le Maire, en la reunión de los ministros de finanzas del G-7 en Canadá: ya no somos el G-7, sino el G6 + 1. El mundo parece desengancharse del Imperio, que cada vez marcha más solo en su loca carrera proteccionista. Por si fuera poco, las negociaciones comerciales se están entreverando con temas geopolíticos: ahí está la reunión del 12 de junio en Singapur con el líder norcoreano y China de por medio: o las acusaciones estadounidenses a la propia China sobre la militarización del Mar del Sur y las consecuencias que acarreará. La semana que viene volverá a ser muy intensa en lo que se refiere al tema comercial: el sábado, el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, viajó a China para una tercera ronda de negociaciones que concluirá hoy; el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, se encontrará con Donald Trump el jueves, aunque hablarán del tema de Corea del Norte; y, sobre todo, el viernes habrá la reunión del G-7 de nuevo en Canadá, en Quebec, pero ahora con los jefes de Estado, con Trump a la cabeza. Será una oportunidad para resolver las disputas…o enconarlas más. ¿En qué punto están las negociaciones en cada rincón del mundo?

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El TLCAN

En el TLCAN, si había alguna posibilidad de cerrar algo en los próximos días, aunque fuera un “acuerdo en principio”, ya está completamente cancelado. Canadá es el país que más afectado se ve por el arancel sobre el acero y el aluminio dado que es el mayor proveedor de ambos metales a Estados Unidos. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, considera inconcebible que Trump imponga un arancel sobre ellos por “razones de seguridad” dada la alianza militar histórica entre ambos países, y considera que las relaciones han tocado un “punto de inflexión”. La respuesta fue imponer, en represalia, un arancel sobre las compras de bienes estadounidenses por un valor de 16,600 millones de dólares canadienses (12,800 millones de dólares), algunos de ellos agrícolas. México también reaccionó con frustración e impuso aranceles a productos como aceros planos, lámparas, embutidos y algunas frutas y quesos. Ahora, y ante las dificultades de que las negociaciones tripartitas progresen, Trump ha insinuado que podría buscar acuerdos bilaterales por separado con México y Canadá al tratarse de dos países muy diferentes. El país que más se vería afectado por un impuesto del 25% sobre el sector automotriz será México, como ya hemos comentado en estas páginas.

CHINA

Con China, las negociaciones tampoco marchan bien. Ya llevan dos rondas, con muchas idas y venidas, y algunos desmentidos. Las inconsistencias de Trump después de ver lo de Irán así como lo del arancel al acero en medio de las negociaciones del TLCAN no le gusta nada al gobierno de Xi Jinping. Para colmo, la Casa Blanca recurrió a la misma táctica: en medio de las negociaciones, propuso endurecer su postura con un arancel del 25% sobre importaciones chinas por un valor de 50,000 millones de dólares, una lista que está confeccionando y que detallará a mediados de junio, para entrar en vigort “poco después”. ¿Qué confianza pueden tener así en los negociadores estadounidenses?

Por otro lado, la división en el seno del G-7, patente el pasado fin de semana, fortalece la posición china. El objetivo de Trump en las negociaciones es doble: reducir su déficit comercial y combatir el robo de propiedad intelectual. Esa queja es generalizada: pero el ataque a los socios debilita la coalición para todos juntos presionar las políticas ventajistas de China. Incluso dentro del propio gobierno de Trump hay discrepancias: el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, no relajó el mensaje y hablaba de “disputa comercial” con China mientras el secretario del Tesoro Steve Mnuchin hablaba de “tregua”.

El déficit de Estados Unidos con China es de 375,000 millones de dólares, y lo que pretende el gobierno de Trump es que se comprometa a importar mucho más bienes estadounidenses que en la actualidad, entre ellos agrícolas y energéticos, y derribe algunas barreras estructurales. Trump pretende recortar el déficit en 200,000 millones de dólares en dos años, pero China ha negado haber dado una cifra en concreto.

UNIÓN EUROPEA Y JAPON

La Unión Europea respondió con un impuestos del 25% sobre productos siderúrgicos, así como bienes de consumo y agrícola. Algunos de los objetivos serán productos icónicos como Levi’s, Harley-Davidson (NYSE:HOG) o el bourbon, una medida que pegaría a 2,800 millones de euros (cerca de 3,300 mdd) de bienes estadounidenses. Lo que sí ha dejado claro es que o Estados Unidos retira el arancel o no proseguirá las negociaciones, dado que se niega a sentarse a la mesa bajo presiones. El temor ahora, dentro de la Unión Europea, sobre todo Alemania, y Japón, son los aranceles sobre las importaciones de vehículos y autopartes que está analizando el gobierno estadounidense.

ESTADOS UNIDOS

Mientras las alianzas históricas se resquebrajan y los riesgos de una guerra comercial global se configuran, en Estados Unidos hay voces de protesta. No es el caso de las acereras: el arancel ha hecho que las empresas estadounidenses que utilizan el acero como insumo compren el metal en el mercado doméstico. A su vez, esa mayor demanda local ha provocado que el precio de referencia del acero en Estados Unidos se haya disparado un 40% desde principios de año. Por tanto, Nucor o US Steel están felices. El problema es para sus clientes: esos mayores costos del metal lo están transfiriendo al precio final de sus productos, el cual no es competitivo respecto a lo que pueden encontrar en el exterior libre de impuestos: por favorecer a una industria relativamente pequeña, se está perjudicando a un grupo más amplio de sectores que emplea a muchos más trabajadores.

INFOGRAFÍA

Trump encamina al mundo a una guerra comercial. Busca un “mejor” acuerdo comercial para EU, sin definir qué es “mejor”. Su parámetro es reducir el déficit comercial: con China, con Canadá, con México, sin medir el impacto económico. Para él, déficit es perder y superávit ganar, las exportaciones son buenas y las importaciones malas…