Durante los últimos 15 meses, las acciones de Facebook (NASDAQ:FB) han estado virtualmente atascadas. En su día la niña bonita del mercado, las acciones del gigante de las redes sociales han subido sólo un 3,6% en ese período de tiempo, arrastrando considerablemente el rendimiento del S&P 500 del 8,6% durante el mismo período.
El precio actual de la acciones de Facebook es de 194 dólares, el mismo que en enero de 2018, con las acciones confinadas en un estrecho rango desde entonces.
Incluso después de que sus fuertes ingresos superaran las expectativas en el informe trimestral de resultados de la semana pasada, las acciones de Facebook todavía parecen no ir a ninguna parte. Desde que las acciones salieran a bolsa en 2012, nunca se han afianzado en el mismo precio dos años seguidos, algo que ahora está peligrosamente cerca de pasar. Si el negocio es tan bueno, ¿qué ha salido mal?
De hecho, las cifras de la compañía siguen subiendo: los ingresos del tercer trimestre ascendieron a 17.600 millones de dólares, un 29% más que el año anterior. Las ganancias ascendieron a 2,12 dólares por acción, un 20% más que el mismo trimestre del año pasado. Aunque el precio de sus acciones se disparó tras los resultados, alcanzando los 198 dólares, rápidamente volvieron a caer a 193 dólares después.
El problema de Facebook entonces no es la rentabilidad. Más bien, se trata de la percepción: la confianza de los inversores en lo que hace la empresa y lo que representa simplemente se ha deteriorado.
Esto se debe a que el coloso de las redes sociales ha acaparado la atención en dos frentes al mismo tiempo, pues libra dos batallas críticas que podrían tener un impacto significativo en la compañía y sus acciones.
Política, sesgo y publicidad prohibida
Desde las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, Facebook se ha convertido involuntariamente en un "actor" político, tras surgir acusaciones acerca de que la plataforma de redes sociales jugó un papel fundamental para ayudar a Rusia a entorpecer el proceso, y posiblemente los resultados. Además, los demócratas creen que Facebook está predispuesta contra ellos, mientras que los republicanos están convencidos de que están siendo discriminados.
Facebook está atrapado entre ambos lados, sin ninguna posibilidad de convencer a ninguno de los extremos del espectro de que están equivocados. Por supuesto, este problema en particular no es exclusivo de Facebook; Twitter (NYSE:TWTR) y Google (NASDAQ:GOOGL) también han sido acusados de esto.
Las audiencias del Congreso de Estados Unidos en septiembre de 2018 y en abril de 2019 sobre el tema introdujeron la posibilidad de un escrutinio regulatorio más estricto contra Facebook y otras plataformas de redes sociales, asustando a los inversores. Además, no ayuda que Twitter anunciara recientemente que prohibiría toda la propaganda política de su plataforma, mientras que Facebook dijo que ni siquiera comprobaría los anuncios políticos publicados en su web.
Convertirse en el centro de un acalorado debate político en el que literalmente todo el mundo le acusa de mala conducta no es una gran manera de impulsar las ventas.
Más poder, más datos de usuario
Por si todo esto no fuera suficiente, el anuncio de Facebook de la idea de lanzar una criptomoneda propia, Libra, tampoco ha sido un golpe maestro de relaciones públicas.
Con los crecientes llamamientos del público y los Gobiernos globales para limitar el poder de Facebook dado el volumen de datos de usuario que ya tiene recopilados —que se han ido acelerando desde que estallara la noticia en 2018 de la filtración de datos de Cambridge Analytica—, el desarrollo de otra plataforma de la que extraer aún más información de los usuarios, esta vez sobre sus finanzas, suena a error corporativo. Por no hablar de una manera segura de enemistarse con los Gobiernos.
De hecho, a finales de octubre, el Congreso celebró otra audiencia en la que el director ejecutivo Mark Zuckerberg discutió sus planes para el proyecto Libra. Pero leyendo entre líneas, esta sesión fue en realidad más sobre cómo, mediante el desarrollo de una criptomoneda respaldada por empresas, Facebook estaría menospreciando a los bancos centrales globales y obstruyendo el poder del Gobierno para controlar las monedas fiduciarias, así como el papel que las stablecoins deben jugar en la economía de Estados Unidos.
El proyecto Libra parece estar muerto en este punto. Los socios de Marquee, incluyendo Mastercard (NYSE:MA), Visa (NYSE:V), Stripe y PayPal (NASDAQ:PYPL) se han echado atrás. Sería inteligente por parte de Facebook indicar que se están replanteando la premisa sin cancelarla por completo. Hecho estratégicamente, esto sería bueno para las relaciones públicas, al tiempo que permitiría aliviar la presión de los reguladores gubernamentales estadounidenses e internacionales.
¿Qué sucede después?
¿Puede Facebook apartarse lo suficiente del centro de atención y volver a dedicarse a lo mejor que sabe hacer, evitar toda la fuerza del escrutinio gubernamental y reparar su reputación? Probablemente.
Aunque ahora mismo se está llevando la peor parte del escrutinio regulatorio dirigido a las redes sociales en general, es poco probable que ninguna legislación discrimine sólo contra Facebook. En el peor de los casos, el entorno regulatorio se vuelve excesivamente difícil, afectando a la forma en que la empresa hace negocios hoy en día. Esto lastraría los ingresos y probablemente haría más rentables las futuras operaciones.
Aun así, las redes sociales no van a desaparecer. Y dado el amplio alcance de Facebook junto con la profundidad de sus arcas, la compañía probablemente siga siendo capaz de conseguir una fuerte ventaja sobre sus competidores, sin importar lo estrictos que puedan llegar a ser los legisladores.
Además, como líder reconocido en su segmento, Facebook está mejor equipado que sus homólogos para gestionar los cambios. Después de todo, ha mostrado una y otra vez su capacidad de monetizar eficazmente sus plataformas.
Además, una regulación demasiado estricta podría adelgazar la competencia, lo que probablemente estimularía la innovación interna mientras impulsa aún más la afluencia de usuarios a las plataformas de Facebook, aumentando la cuota de mercado de la compañía. Prueba de esto es precisamente lo que sucedió cuando el reglamento RGPD de Europa se impuso a los anunciantes online a mediados de 2018. La ley provocó que Facebook y Google (NASDAQ:GOOGL) tuvieran más poder relativo, en lugar de menos.
La pregunta más importante, sin duda, es ¿cuándo se extinguirá la controversia? Esto, por supuesto, es más difícil de pronosticar. Podría, por desgracia, durar un año o más, si Facebook no se sitúa en el centro de la atención de alguna otra manera.
Sin embargo, los usuarios siguen acudiendo a Facebook. Actualmente tiene 2.400 millones de usuarios activos mensuales, el 31% de toda la población mundial. Incluso con relaciones públicas negativas y un aumento del escrutinio regulatorio, a largo plazo, es difícil rebatir esas estadísticas.