Clement Thibault
La decisión de abril de la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, de convocar elecciones anticipadas a principios de junio pareció una táctica inteligente en su momento. La primera ministra ─nombrada, que no elegida─ pretendía obtener más escaños parlamentarios para su partido, así como mejorar su legitimidad. El partido conservador de los Tories, con May a la cabeza, llevaba casi 18 puntos de ventaja en la votación inicial, un 43,2% frente al 25,4% del partido laborista de la oposición de Jeremy Corbyn.
Desde entonces, los laboristas han ido reduciendo bastante el margen de ventaja. Mientras que el apoyo a los Tories ha permanecido constante, la popularidad de los laboristas ha aumentado 11 puntos en el último mes y medio, dejando el margen de error de May de cara a las elecciones del jueves en algo menos de un 7%. Pero en política, como en tantas cosas de la vida, nada termina hasta que el recuento final de votantes ha sido anunciado oficialmente, lección dolorosamente aprendida por los mercados mundiales el junio pasado tras el sorprendente resultado del referéndum del Brexit del Reino Unido, seguido más adelante en noviembre del año pasado por la inesperada victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Dado que May representa el mantenimiento del statu quo; si gana, no se espera que cambie nada. Un Brexit difícil estará en el orden del día y los mercados se tranquilizarían gracias a la estabilidad que representa su victoria.
Pero, ¿qué pasa si ganan Corbyn y el partido laborista?
¿Esperamos una reversión del Brexit?
Una victoria laborista no significa que el Brexit vaya a revertirse. La salida del Reino Unido de la UE se inició por un referéndum, así que a menos que los laboristas ganen por más del 50% de los votos, no tendrán legitimidad para revertir el resultado del referéndum. Dos días después de la convocatoria de elecciones por parte de May, Corbyn descartó un segundo referéndum sobre el Brexit, lo que hace muy poco probable que el Reino Unido intente siquiera revertir el proceso.
Aparte de eso, incluso aunque el Reino Unido pretendiera detener el proceso, el marco jurídico y político para la discusión es confuso y dependería de la UE tanto como —o tal vez incluso más─ del Reino Unido.
Lo que sí controlarían los laboristas en caso de ganar son las negociaciones que llevarán a la salida del Reino Unido de la UE. Sir Keir Starmer, negociador de los laboristas en caso de victoria, ha criticado recientemente el enfoque de May en cuanto a las negociaciones, diciendo:
"Ha retirado un montón de opciones de la mesa y ha adoptado un tono realmente beligerante con nuestros colegas de la UE".
Los laboristas intentarán garantizar un acuerdo en el que el Reino Unido conserve el acceso libre de aranceles a la UE, aunque restringiendo el acceso a su territorio. Parece poco probable sin embargo que la UE acceda a estos términos.
¿Qué provocaría en los mercados un cambio de enfoque? La única certeza es la incertidumbre.
Debilitamiento de la libra
La incertidumbre siempre es mala para los mercados, sea cual sea el activo con el que se opere. Siempre lo ha sido y siempre lo será.
Eso es porque la incertidumbre supone confiar en lo desconocido, que a su vez provoca el temor de los inversores. No es difícil, sin embargo, predecir con certeza una cosa: un aumento de la volatilidad, por lo menos a corto plazo.
Más allá de eso, sólo podemos especular, o poner ejemplos de la historia reciente. Un repaso del índice de la libra esterlina puede ayudarnos a evaluar la reacción de la divisa ante anteriores eventos.
Cuando May anunció las elecciones el 18 de abril, el índice subió un 1,6% basándose en el anuncio y las encuestas. La victoria se dio por hecho, y a la libra le encantó eso.
Desde entonces, según se ha ido reduciendo poco a poco la ventaja que las encuestas auguran para May, el índice ha ido bajando, llegando a un nivel aún más bajo que donde estaba el día antes de que la primera ministra convocara las elecciones. Esto podría indicar que una victoria laborista perjudicaría a la libra.
El malestar político que ha sacudido más recientemente a los mercados mundiales ha sido la elección del actual presidente de Estados Unidos. En aquel momento, la lectura preliminar del índice dólar se estrelló el día de las elecciones, el 8 de noviembre, cayendo de 98,1 a 95,9 puntos en cuestión de horas. Sin embargo, pronto se recuperó y registró máximos de 14 años en 103,8 puntos el 3 de enero de 2017.
Acciones: Ganadores y perdedores
En el lado bueno para los Laboristas, al igual que la agenda de infraestructuras de Trump, los laboristas prometen una expansión masiva del gasto de inversión, que de hecho podría hacer dispararse la libra. Sin embargo ─y aquí es donde las similitudes entre los Laboristas y el Partido Republicano divergen significativamente─ Trump y Corbyn defienden opiniones radicalmente opuestas en el ámbito empresarial. Y esas diferencias imposibilitan completamente cualquier posible comparación con los efectos positivos de la victoria de Trump en los mercados de valores.
Los republicanos, particularmente con Trump a la cabeza, se consideran altamente pronegocios mientras que los laboristas abogan por la renacionalización de los ferrocarriles, el agua y las industrias de la energía, así como la Royal Mail (LON:RMG) (LON:RMG) que actualmente cotiza en bolsa. Las acciones dirigidas a la nacionalización tienden a asustar a los mercados y apagan el espíritu empresarial, por lo que una victoria de la Corbyn seguramente sería perjudicial para el FTSE y las compañías que los laboristas quieren nacionalizar.
Desde el punto de vista de las acciones, cualquier movimiento de nacionalización perjudicaría primero a las industrias a las que pertenecen las empresas en las que los laboristas quieren implementar cambios ─principalmente los servicios públicos en este caso.
Las acciones de la compañía de electricidad National Grid (LON:NG) (LON:NG) (distribución de electricidad y gas natural) bajaron un 6% la semana pasada, Centrica (LON:CNA) (gas) ha descendido un 5,5% durante las últimas dos semanas, y SSE PLC (LON:SSE) (electricidad) y Severn Trent (LON:SVT) (LON:SVT) (agua) se han dejado un 5% y un 3,5% respectivamente.
Cuanto mayor es la posibilidad de nacionalización, más bajan las acciones de las empresas de servicios públicos que se cotizan en la bolsa del Reino Unido. Esta correlación (sin mencionar la causalidad) está abocada a continuar e incluso aumentar si los laboristas ganan las elecciones de este jueves.
Otro sector en situación de riesgo es la banca. En general, el sector financiero no es el favorito de la izquierda económica en ningún caso, pero el Canciller en la sombra, John McDonnel, ha asegurado que los laboristas modificarían las leyes bancarias para evitar el cierre de sucursales locales por parte de los bancos.
Aunque so puede pasar o no pasar, estas declaraciones indican que los laboristas tienen la intención de intervenir en el ámbito financiero. No sorprende entonces que, al igual que los servicios públicos, se esté observando un debilitamiento de la banca. Las acciones de RBS (NYSE:RBS_pl) (LON:RBS) han bajado en torno a un 5% en las últimas dos semanas, al igual que las de Lloyds (LON:LLOY) (LON:LLOY); las de Barclays (LON:BARC) (LON:BARC) han descendido sólo un 1%.
Algunos podrían pensar que el deseo de los laboristas de un Brexit sosegado calmaría las inquietudes del mercado, pero creemos que su postura en cuanto a la política interna es parte esencial de su agenda, y una victoria mañana les permitiera aplicar las reformas propuestas, mientras que la concepción de los laboristas de cómo podrían desarrollarse las negociaciones con la UE son poco realistas.
Aunque las elecciones de mañana se han comparado con frecuencia con la votación del Brexit del año pasado, ahora hay mucho más en juego en cuanto a la política interna del Reino Unido. El Brexit fue una cuestión de "si ocurre" seguida de "cómo ocurrirá", que no depende totalmente de un único partido en el gobierno y puede ser asimilada a largo plazo por los mercados.
La victoria de mañana tendrá un efecto mucho mayor en los mercados. El partido que ostente el poder a partir de mañana controlará el gasto en infraestructura, y su enfoque en cuanto a los negocios determinará dónde se posicionan en largo los mercados tras las elecciones.