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Al "presidente empresario" sólo le salva ya el amor que le profesa WS

Publicado 21.08.2017, 09:12 a.m
Actualizado 09.07.2023, 04:32 a.m

Ayer se cumplieron siete meses desde la llegada de Donald Trump a la presidencia. No es mucho tiempo, pero ya a estas alturas del partido, Trump el antipático se ha quedado aislado en la Casa Blanca. El Congreso le ha dado la espalda y no ha logrado pasar ninguna iniciativa presidencial, las voces disidentes dentro del partido Republicano se multiplican y resuenan más altas y claras, los ciudadanos estadounidenses le han ido retirando su apoyo, y pocos le logran aguantar dentro de su propio gabinete, donde el trasiego de personajes siniestros es continuo y muchas sillas permanecen aún vacías. Todos han abandonado al racista cara pálida de anaranjada melena. ¿Todos? No, aún existe una aldea de irreductibles capitalistas que creen en la poción mágica de Trump. Se llama Wall Street.

Si no fuera por Wall Street, Donald Trump habría caído ya en desgracia. Pero no, “la mano invisible” de los inversionistas se encarga de aupar a Trump en lo alto de un pedestal de oro y récords bursátiles. Es lo bueno de la invisibilidad: con sus manos y rostros ocultos, pueden aplaudir y alabar la inmoralidad de Trump sin dar la cara, sin estar sujetos a la crítica de los medios de comunicación, ni a la corrección política ni a la popularidad. A la gloria de los máximos históricos, Trump se aferra para sacar pecho y sonrisa, y jactarse de que la mejor prueba de que los mercados aprueban su gestión económica es que Wall Street resplandece más que nunca. Así lo canta cada vez que puede a través de su tuits. Allí combate el supuesto caos de la Casa Blanca con exultantes celebraciones cada vez que Wall Street topa un nuevo récord. A Trump, divorciado ya de todos, sólo le queda el interesado amor de Wall Street y Melania.

Cupido flechó el corazón de los mercados desde el mismo día que se supo la victoria de Trump el 8 de noviembre del año pasado. Los sedujo con un programa económico que buscaba espolear el crecimiento económico en el corto plazo, sin importar a los inversionistas que fuera a costa de minar su salud financiera para el mediano y largo plazo (plan de recorte de impuestos, programa de infraestructura, desregulación del sistema financiero, desdén por las reglas medioambientales). Ese proyecto indujo a que el 2017 esté siendo, para Wall Street, espléndido. Desde que inició el año, el Nasdaq se ha disparado un 15.5%, el Dow Jones un 9.7% y el S&P’s 500 un 8.3%. El Dow Jones ha franqueado los 22,000 pts por primera vez en la historia y el S&P’s 500 roza los 2,500 pts. Hace dos semanas, el 7 de agosto, tanto el Dow Jones como el S&P’s 500 acabaron en nuevos récords: los 22,118.42 pts y los 2,480.91 pts.

Lo malo es que Donald Trump forzó a la “mano invisible” a abrazarle con rostros muy visibles, algunos de los cuales lo habían criticado fuertemente en su etapa de candidato, asunto que no impidió que se unieran a sus consejos. Los grandes empresarios y directores ejecutivos, verdaderos animales políticos que acudieron a su llamado, calibraron con cuidado una ecuación que posee una clara variable fundamental: “más ventas”. Las marcas y grandes corporaciones sí están sujetas a la vigilancia de sus clientes y trabajadores, y aliarse y alinearse con Trump los exponía a muchos peligros. Las empresas nutren su imagen defendiendo “buenas causas”, como la defensa del cambio climático o la tolerancia, asuntos que no forman parte del lenguaje político de Trump: él habla de muros y vetos migratorios, considera que el cambio climático es una farsa y defiende a los nazis.

Ahora Trump debe andarse con cuidado, porque hasta el idilio con Wall Street, desbocado en un inicio, se ha ido atemperando. Las dudas sobre su capacidad para sacar una agenda económica ya están haciendo mella y empiezan a surgir claros indicios de desencanto que se detecta cuando vemos el comportamiento del S&P’s 500 por sectores. Entonces se observa que salvo el sector tecnológico, que es el que destella más ganancias en el año (21.3%), el rally bursátil cada vez se escuda más en los sectores más defensivos: el de salud, con un aumento de 13%, y el de servicios básicos (agua, gas y electricidad) con una ganancia de 11.3%. Son los tres únicos sectores que han trepado a tasas de doble dígito. El sector de consumo discrecional, que se frotaba las manos ante la expectativa de un recorte de impuestos que impulsaría el gasto de los estadounidenses, ha avanzado un 8.3%; el industrial, que le entusiasmaba los grandes proyectos públicos, un 6.4%; el financiero, que le brillaron los ojos ante la expectativa de que Trump desmontara todo el marco de regulación que levantó Barack Obama, sólo se ha elevado un 5.5%. Pero el peor es el de energía: pese a la recuperación de los precios del crudo, pese a las promesas de alentar el “fracking”, pese a promover el polémico oleoducto de Keystone XL, se ha despeñado un 17.6%.

Pero además, la euforia se ha visto socavada por la desbandada de directores ejecutivos de sus consejos empresariales. Aunque aquí la ecuación sigue funcionando. Los que se fueron han sido, principalmente, los directores ejecutivos a cuyas empresas no les ha ido especialmente bien en lo que llevamos de la “era Trump”. No salieron huyendo de la Casa Blanca los jefes de Boeing (NYSE:BA), cuya acción ha volado un 51.4% en lo que llevamos de año, Lockheed Martin (NYSE:LMT) (19.7%), Johnson & Johnson (NYSE:JNJ) (15.1%) o Wal-Mart (NYSE:WMT) (14.7%), sino los de Under Armour (NYSE:UAA) (-41.1%), Intel (NASDAQ:INTC) (-3.5%) y Merck (NYSE:MRK) (4.5%). Estar junto a Trump cada vez supone un costo mayor, y por eso la desbandada casi total.

Tan incómodo es estar sentado junto al “presidente empresario” que hasta se especuló que el secretario de Estado, Rex Tillerson, ex-jefe de Exxon Mobil (NYSE:XOM), y su jefe del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, ex-presidente de Goldman Sachs (NYSE:GS), empieza a irritarles su cargo, y se especuló con su salida. Otro ex-Goldman Sachs, el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, quien es judío, recibió presión de antiguos compañeros de la Universidad de Yale para que, por “obligación moral”, abandone el cargo.

El caso es que la amoral “mano invisible” también empieza a desconfiar de Trump. Entre la escalada de las tensiones en Corea del Norte, el atentado de Barcelona y la crisis de Trump con la clase empresarial, el S&P’s 500 ha encadenado dos semanas consecutivas de caídas. El índice VIX de volatilidad ha registrado fuertes bandazos en estas dos semanas, y los capitales huyeron de las bolsas, los mercados emergentes y los “bonos basura”. A cambio, buscaron refugio en el oro, que roza los 1,300 dólares la onza, en tanto la tasa de 10 años se deslizó a 2.19%, un mínimo desde junio.

Dicho esto, Wall Street sigue incólume. Al fin y al cabo, el S&P’s 500 está a un 2.3% de su récord histórico, el Dow a un 2.0% y el Nasdaq a un 3.3%. Nada que ver con la desafección que siente por Trump en otros rincones. Según Gallup, la aprobación de Trump hace una semana se hundía a un nuevo mínimo durante su gestión de 34% en tanto la de desaprobación se iba hasta 61%, una gran brecha de 27 puntos porcentuales. Una encuesta publicada ayer por NBC News/Marist, mostró que la aprobación de Trump en tres estados del “Cinturón de Óxido” que parecían para siempre entregados a su presidente, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, le dan todos una aprobación inferior al 40%, algo que puede ser crucial para las elecciones de medio término de 2018. A Wall Street también se le puede acabar un día su amor eterno y ese día Trump se quedará sin asideros.

INFOGRAFÍA

Si no fuera por Wall Street, Donald Trump estaría en completa desgracia, y quizás más cerca de ser defenestrado. Aunque el presidente se ha divorciado de buena parte del partido republicano, del Congreso, y de sus votantes, la “mano invisible” de las bolsas sigue aplaudiendo y apoyando su gestión. El pasado 7 de agosto, el S&P’s 500 y el Dow Jones cerraban en un nuevo récord histórico…

Al

Fuente: Bloomberg

… aun así, al observar el comportamiento por sectores, se percibe cierta decepción en el mercado. El sector tecnológico, el que menos apoyó a Trump en las elecciones, es el que más vuela. Pero le siguen dos sectores defensivos: salud y servicios básicos. Las promesas de recorte de impuestos, gasto en infraestructura y desregulación financiera no han impulsado tanto a la bolsa, y el de energía se ha desplomado…

Al

Fuente: Bloomberg

… además, el amor entre la “mano invisible” de Wall Street y Trump se está resquebrajando. A las corporaciones le gustan las buenas causas, y entre el Acuerdo de París y Charlottesville se ha producido una desbandada en la Casa Blanca. Empezó Tesla (NASDAQ:TSLA) y Disney (NYSE:DIS) por el clima, pero le siguieron, en un movimiento medido, Under Armour, Intel o Merck, empresas que no les estaba yendo bien con Trump…

Al

Fuente: Bloomberg

… en la calle, el 13 de agosto Trump recibió su peor calificación desde que llegó a la Casa Blanca, según Gallup. Su ratio de aprobación apenas fue de 34% y el de desaprobación de un 61%, con una brecha de 27 pp. Además, en el “Cinturón de Óxido”, su gran bastión de las elecciones presidenciales, su apoyo se está desvaneciendo, lo que no augura unos buenos resultados para las elecciones de medio término.

Al

Fuente: Gallup

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